Arcontes

Artículo de John Lash

El Demiurgo y Sophia

Hay una variedad particular de entidades que deliberadamente se presentan a sí mismas como un cosmo-dios, poseedoras de un status divino. Estas entidades nos engañan simulando ser algo distinto de lo que son.
Ellos pueden ser cambiadores de forma, ellos pueden urdir grandes cuentos y realizar toda clase de astutas ilusiones, pero no simulan ser dioses cósmicos. Aquellos que se presentan a sí mismos como cosmo-dioses, como nuestros creadores, etcétera, pueden ser llamados “dioses engañadores”. ¡Pero este es un término engañoso!

Podemos llamarlos dioses-engañadores, no porque ellos sean verdaderos dioses, sino porque ellos se hacen pasar por  dioses.
 Ellos pueden ser identificados por su tácticas engañosas, por su tentativa para ser tomados por dioses cósmicos genuinos. En resumen, ellos son simuladores, impostores, que procuran imitar a los cosmo-dioses. Propongo que ellos sean llamados pseudo-dioses. Tales son los Arcontes descritos en las escrituras gnósticas.
La deidad impostora extrema es Yahvé, el dios-padre de la Biblia. Esta entidad es el comandante de los ejércitos controladores de la corporación arconte en este sistema solar , Yahvé es un dios-engañador que simula ser un Eón, un Generador.
Yahvé fue interpretado por Enlil y a veces por Anu


Cuando los gnósticos explicaban esta diferencia, ellos fueron violentamente resistidos y, en algunos casos, asesinados por los devotos de este pseudo-dios. Mucha violencia se ha aplicado en este planeta para proteger al bíblico pseudo-dios de ser denunciado como tal.
En efecto, la agenda de Yahvé anima y respalda esta violencia, como cualquier persona sana puede verlo al leer unas pocas páginas del Antiguo Testamento. El pseudo-dios tiene que proteger su identidad y mantener su engaño. Para hacer aquello, persuade a sus devotos humanos a luchar en su nombre. Este particular dios-engañador es muy celoso y malévolo.
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Esto explica por qué las tres religiones dominantes, cuyos seguidores toman al pseudo-dios por el creador supremo, están conformadas por una agenda de violencia, agresión y dominación. Vivimos en un planeta donde millones de habitantes están atrapados en el engañoso hechizo de un pseudo-dios. Ésta fue la advertencia gnóstica a la Humanidad.

Algunos escritores sobre Ovnilogía bíblica han señalado que Yahvé actúa como un psicótico asesino. Christian O’Brien (El Genio de unos Pocos) es particularmente astuto en su perfil psicológico del dios-padre bíblico, y A.D. Horn (Los Orígenes Extraterrestres de la Humanidad) afirma rotundamente que “Yahvé es un lagartoide”, es decir, un reptiliano predador.Resultado de imagen de Yahvé es un reptiliano
Horn no cita fuentes gnósticas, pero esto es exactamente lo que usted encontrará en los códices de Nag Hammadi (NHC). El Apocryphon de Juan (NHC II, 1) y otros textos cosmológicos usan el término “dracónico” para Yahvé, o el Demiurgo, como también es llamado este pseudo-dios. El nombre dado a esta entidad en los Misterios era Yaldabaoth. Una traducción aproximada de este nombre sería “el criador de la colmena, o de la horda”.

Son una mente colmena
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 La cosmología gnóstica es específica de las condiciones de nuestro Sistema Solar y de la vida en la Tierra.
Los videntes de los antiguos Misterios paganos observaron que las entidades arcónticas están presentes en el Sistema Solar, pero ellas no son originarias de la Tierra como nosotros. Ellas son literalmente una especie extraterrestre y no-terráquea. Como tales, sólo son capaces de revolotear en la atmósfera de la Tierra de manera errática, haciendo breves incursiones, y luego volviendo a revolotear otra vez.
Para que ellos pudieran permanecer en la tierra, tendrían que ser establecidas condiciones especiales, como cuando los humanos establecen un puesto de avanzada en la Luna, o en las profundidades del océano. Los engañadores Arcontes no pueden vivir en la biósfera, tal como nosotros no podemos vivir en los otros planetas del Sistema Solar como Marte, Júpiter y Neptuno.
Los gnósticos enseñaban que la Tierra no pertenece al Sistema Solar, sino que simplemente está atrapada en él. Como la Teoría de Gaia de Lovelock y Margulis afirma, la Tierra se diferencia del resto de los planetas por el extraño equilibrio de su atmósfera, proveyendo no sólo un espacio para que formas de vida lo habiten, sino también un medio interactivo en el cual la vida puede evolucionar, adaptarse e innovar. Tal es el milagro de la vida en la Tierra, incluyendo a la especie humana como parte de un experimento abierto supervisado por los dioses cósmicos, los Eones.
La Tierra es un caso especial (como la teoría Gaia afirma), porque es la encarnación de un cosmo-dios, el Eón Sophia, cuyo nombre significa “Sabiduría”. En este planeta vemos a la sabiduría encarnada, viviente, desarrollándose, sensitiva, y somos parte de ella. Sophia es uno de los cosmo-dioses de la galaxia que habitamos.
Ella surgió del centro de la galaxia, el pleroma, para llegar a sumergirse en un cuerpo planetario. Esta situación es única en nuestro mundo. Mitológicamente, esto es llamado la Caída de Sophia. Para nosotros, Sophia es el Eón o cosmo-dios que está directa y sensorialmente presente. Vivimos en su piel. Nuestra madre cósmica es el Eón Sophia, que ahora llamamos Gaia. Pero Sophia es también la madre de los Arcontes, los engañadores pseudo-dioses que quieren que nosotros los tomemos por Eones.
La mitología gnóstica (extensamente descrita en este sitio y en mi próximo libro, titulado Not in His Image [No a Su Imagen]) enseñaba que antes de que Sophia se metamorfoseara en la Tierra, ella produjo una especie de salpicadura en los reinos de la materia elemental (espuma cuántica), resultando una extraña especie hecha de elementos inorgánicos (basados en el silicio): los Arcontes.
Estas entidades se pusieron a formar un mundo para ellas, el sistema planetario exclusivo de la Tierra, que es el cuerpo de Sophia, y que fue formado algo más tarde. Los Arcontes son llamados así a partir del griego archai = “previo, anterior”, porque ellos y su mundo fueron formados antes de que Sophia se transformara en la Tierra.
Todo esto es un cuadro muy grande, por supuesto. No espero que nadie lo digiera en un solo trozo. Pero es notable que los videntes de los Misterios antiguos fueran capaces de establecer esta hipótesis. Tómela o déjela, créala o no. Personalmente, creo que este marco hipotético es digno de confianza y puede ser probado frente a las evidencias.
Explica el origen de los extraterrestres arcónticos, tanto los del tipo reptiliano como los embrionarios o neonatos (los Grises cabezones de ojos saltones), como ninguna otra teoría puede hacerlo. El valor de la hipótesis gnóstica del Demiurgo y su horda es que nos da un marco para discernir varios tipos de entidades no-humanas, y detectar un tipo predador de dios-engañador.
No insistiré en que éstos sean los únicos ETs predadores en nuestra galaxia – sé que hay narraciones de muchos tipos – pero el hecho brutal es que ya un solo tipo es suficiente para poner en peligro nuestra evolución.
Siguiendo las enseñanzas gnósticas, creo que los Arcontes son la amenaza más inmediata e íntima para la Humanidad.

La Locura de Dios

A menudo digo que los videntes gnósticos de los Misterios eran expertos en habilidades paranormales, tales como la ensoñación lúcida, la visión remota, la clariaudiencia y la clarividencia.
Si esto es correcto, ellos habrían sido capaces de observar a los pseudo-dioses Arcontes y discernir su modus operandi. En efecto, casi un quinto de los códices de Nag Hammadi tiene que ver con los orígenes, motivos, tácticas y acciones de los Arcontes. Lo que aquellos videntes fueron capaces de determinar acerca de los predadores dioses-engañadores puede ser crucial para la supervivencia humana.
Quiero enfatizar un aspecto de su diagnóstico acerca de la intrusión alienígena: Yaldabaoth no sólo finge ser el supremo dios creador, sino que él cree falsamente que lo es. ¡El jefe Arconte sufre de un complejo de Dios! Él no sólo está tratando de engañarnos, sino que él está engañado. El pseudo-dios es delirante, y su delirio infecta a todos aquellos que lo siguen. Tal es el estremecedor mensaje de los antiguos Misterios.
La aseveración gnóstica de la locura de Dios debe ser uno de los conceptos más sorprendentes en la experiencia humana. Pero no está aislado, ni es completamente sui generis. En La Locura del Ego presentó un paralelo budista con el Demiurgo de los gnósticos. Analice aquella hipótesis y vea si no es un equivalente exacto del mito gnóstico del Demiurgo. Ambas narrativas declaran que el pseudo-dios se considera a sí mismo como el creador del universo entero.
Esto, por supuesto, es exactamente lo que Yahvé también hace. Los creyentes de las religiones dominantes que consideran a esta entidad ilusoria como su Ser Supremo son ellos mismos delirantes. En su fe ciega, millones de personas están atrapadas en la red de la locura de un dios impostor e involucrados en la violencia y la agresión de los Arcontes. El Demiurgo es una deidad impostora que trabaja contra la Humanidad.
Yaldabaoth está entre la Humanidad y los Eones del centro galáctico, pretendiendo ser uno de ellos. La horda de los Arcontes, que funciona con una mentalidad de colmena, trata de entrometerse entre la Humanidad y el Eón Sophia, encarnado en la Tierra. Así ellos trabajan contra nuestra sabiduría innata, tan estrechamente relacionada con la inteligencia de Gaia, en un vano intento de desviarnos de aquella conexión. Éste es el diagnóstico de los videntes de los Misterios.

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